De observadora a testigo, por Victoria Robles

Tengo que admitir que solo vine a observar. Aunque me considero una persona espiritual, la iglesia y yo no teníamos una relación muy estrecha. Tenía dudas, una que otra pregunta imprudente, y la verdad, desconfianza. Le pedí a Dios, alguien con quien no hablaba tan fluido, que me permitiera vivir la experiencia con los brazos abiertos. Jamás me imaginé lo que iba a recibir de regreso. Aprendí muchísimo. Podría hablar horas de lo mucho que aprendí pero si pudiera compartirte algo, tú que me lees, es que sentí por primera vez lo que antes solo lograba repetir en alguna oración. Tuve mi primer encuentro real con el Espíritu Santo. Lo vi en la gente con la que caminé, al ofrecerme una mano a pesar de sentir dolor inmenso. Lo sentí cuando no podía más y me regalaba una lluvia riquísima que me daba toda la energía que necesitaba. Las misas, tan humanas, tan cercanas. Aprecie lo bella que es esa ceremonia por que la viví en grupo, y vaya que me atrevería a decir que era el mejor grupo que me pudo haber tocado. Me encanta porque vi el Espíritu como lo que es, algo que no podemos dar una definición exacta por qué simplemente se siente. Es ese calor en el corazón que no puedes explicar pero se siente como un abrazo al alma. Por eso es Santo.
El camino fue bello. De las mejores experiencias de mi vida. Me voy con una relación nueva con mi fe, una esperanza grandísima para el futuro de la iglesia y estos discípulos rotos que conocí y que ahora considero mis amigos de por vida. Sigo en mi búsqueda pero con la certeza de que amo y que soy profundamente amada.

2 comentarios

  1. Ana Cris Peniche

    Amo amo amo!! Gracias por compartir Vic! Tienes un corazón enorme 🩷

  2. Enrique Peniche

    Un abrazo para el alma, grande Vic

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *