En este episodio contemplamos a Rut, una mujer admirable, que ni siquiera es judía y sin embargo tiene un corazón enorme y busca con sinceridad a Dios, un Dios encarnado en su familia, en su suegra, en el trabajo, en la vida concreta. Un ejemplo de cómo Dios trabaja y bendice la fidelidad de la vida ordinaria.