Entramos ya en un punto concreto de la historia: Dios empieza a llamar y obrar a través de figuras históricas. Comienza aquí la historia de Abraham con la aventura de su vocación. Una vocación, que como todas, inicia con un “salir”, acompañado de una “incertidumbre”, que se va clarificando “en el camino” y que llegará a su plenitud en el “sacrificio”.